LOS KENNEDY EN SAN MIGUEL

Páginas Históricas de La Cumbre por Francisco Capdevila

Los principales diarios del país  señalaban en sus portadas del sábado 9 de abril de 1966, que la ex primera dama norteamericana Jacqueline Kennedy estaba de vacaciones, junto a su familia, en la estancia de los Cárcano, que está situada en un punto alto y aislado de la sierra cordobesa, sobre el camino que une Ascochinga con La Cumbre.

En su descripción la periodista del diario La Nación,  Susana Pereyra Iraola puntualizaba que “con sus cuatro mil hectáreas de campo muy quebrado, delimitado en uno de sus lados por el río San Miguel, famoso en toda la zona por un baño formado por tres cascadas y dos ollas profundas, su vegetación verde ocre, el monte tupido del casco y la casa de piedra rosada y gris, constituye un lugar retirado de belleza poco común”.

 Este matutino, en otra nota aseveraba que “la estancia San Miguel ha terminado por convertirse en una fortaleza asediada noche y día por los objetivos de cronistas gráficos y por la espera impaciente de los periodistas. En su alambrada parece haber se detenido la palpitación de un país con sus problemas erizados de dificultades, sus controversias agrias de tono político, sus angustias  económicas. Detrás de  ese vallado está un territorio custodiado celosamente por los guardianes de los Estados Unidos de América, que han desalojado, según se presume, la natural vigilancia que debió ejercer la policía argentina. Dentro de esa parcela de tierra nuestra, una figura de mujer - sonriente, aunque sin duda preocupada por lo que se ha forjado sin querer a su alrededor - se desplaza con ánimo de descanso.

Es Jacqueline Kennedy, que compartiera su destino con aquel líder de autenticidad democrática, de gesto amplio y generoso que se llamó John F. Kennedy.

Este demostró desde la primera magistratura de su país, una inestimable comprensión por el nuestro, hacia nuestros ímpetus y afanes de progreso y honró nuestra soberanía. Pero todo ello lo brindó con mano franca y palabra hecha puente de amistad”, exaltaba el diario de los Mitre. 

Delegación escolarAnte la noticia de que la familia Kennedy estaba de vacaciones en San Miguel, Antonio Contessi, amigo personal del Dr. Miguel Ángel Cárcano, además de haber realizado trabajos en esta estancia, concretó las gestiones para que recibiera a una delegación de la escuela fiscal María Josefa Bustos, la que iba a entregar regalos a los hijos de Kennedy.Esta visita se concretó el jueves 7 de abril, a las 11 horas, cuando la comitiva de la escuela encabezada por el director Guillibaldo de la Vega, e integrada por las docentes Norma Rosa Rizzi de Toledo, Telma R. de Gomar y María Luisa G. de la Vega, junto a los alumnos María A. Torres, María Falcón, Hugo Contessi, Luis Gómez, Graciela Montoya, Mónica Gil, Lino Vernier, Francisco Capozzo, Héctor Hugo Morello, Olga A. Contessi, Daniel Alejandro de la Vega, Graciela Cabazzi, Mirta Rodríguez y Cristina Barrionuevo, seleccionados por su ejemplar conducta en el establecimiento educacional y los directivos de la sociedad cooperadora José Velasco y Antonio Contessi, fueron recibidos por la ex-primera dama de Norteamérica, en un patio externo de la casona de la familia Cárcano.Rosa Rizzi de Toledo recuerda que “la señora de Kennedy era una atractiva mujer, alta, elegante. Cuando nos vio - cuenta - se sorprendió por los guardapolvos blancos y el Dr. Cárcano le explicó que se estilaba su uso en las escuelas públicas”.La entrevista que duró un poco más de 15 minutos, y luego que la señora Kennedy saludara a cada uno de los docentes y alumnos, el maestro Guillibaldo de la Vega se refirió que esta visita obedecía a un homenaje a su extinto esposo, en quien “veían al paladín de la libertad y los derechos humanos universales y muy especialmente al defensor de los intereses de los pueblos de América latina”.Luego el director  le entregó un bande- rín bordado con hilos de oro y los alumnos Hugo Contessi y Mónica Gil, obsequiaron a Caroline y John-John, un mate con bombilla de plata e incrustaciones de oro y un facón criollo confeccionado con los mismos metales, respectivamente.Una alumna de la escuela besó en la mejilla a Caroline, en nombre de todos sus compañeros y Jacqueline Kennedy autografió un pergamino como recuerdo para la escuela, respondiendo a las palabras del director de la Vega en castellano y con la colaboración del doctor Cárcano, que oficio de vocero e intérprete. La señora de Toledo sintetiza que “fue una inolvidable experiencia estar compartiendo un instante en la vida de tan importante mujer en el contexto del mundo”. 

En la iglesia de AscochingaAl día siguiente de esta visita, en horas de la tarde Jacqueline Kennedy, acompañada por su hija Caroline, el doctor Miguel Ángel Cárcano, con escoltas de la policía cordobesa y del F.B.I. visitaron la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la localidad de Ascochinga.Luego de rezar por espacio de unos quince minutos, al abandonar el templo la viuda de Kennedy se detuvo ante una placa en la que se recuerda la visita de John Kennedy en abril de 1941, por algunos segundos permaneció ante ella observándola y luego tomó el vehículo que la condujo de regreso a la estancia donde estaba alojada. 

Periodistas enojadosLa estancia San Miguel por esos días estaba convertida en una “infranqueable plaza”, para los periodistas detenidos por una alambrada y la custodia policial. Muchos intentaban sin éxito acercarse al casco central, y la mayoría se quejaba por el maltrato que habían sido objeto por parte del personal de custodia.Durante largas jornadas los reporteros gráficos estuvieron atentos a los movimientos de la ex primera dama, que durante ocho días disfrutó, junto a sus hijos y una sobrina, de un clima familiar y nada protocolar que ella misma solicitó a sus anfitriones. 

Cabalgatas a toda hora

La Nación por esos días informaba que “todas las mañanas el grupo se reúne frente al palanque de San Miguel. La conocida afición de Jacqueline por los caballos quedó demostrada en largas cabalgatas que emprendió junto al dueño de casa y sus dos hijos. La primera a la luz de la luna, montando un caballo bayo; después, vestida con el típico atuendo criollo de bombachas ya faja ancha de color. Durante los últimos días montó “en pelo” un zaino que responde al nombre de Pura Pinta. El simpatiquísimo John también dejó registrada en la historia de San Miguel su propia hazaña hípica: cabalgó solo, por primera vez, sobre Milagro, un petiso elegido

especialmente por el doctor Cárcano”.

Esta visita quedará en la historia de la región, pero esencialmente en el recuerdo de la delegación de la escuela María Josefa Bustos, que tuvieron el privilegio de ser los únicos visitantes atendidos por la señora de Kennedy.  Un recuerdo que seguramente fue mutuo pues a las pocas semanas, en la dirección de la escuela se recibió una carta la que aún hoy se conserva, firmada por Jacqueline con apreciaciones conceptuosas de aquel encuentro.  

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