Un largo calvario jurídico que puede terminar en la cárcel

Drama del campesino desplazado y judicializado

El comienzo del proceso penal contra los hermanos Godoy (Represa de Morales -a 12 km de Villa de Soto) mostró algunas contradicciones entre los testigos de la acusación y una insólita politización “por derecha” de un caso que desnuda las desigualdades en el acceso a la Justicia.



2009-11-18 -

Por Alexis Oliva - Prensared

-¿Usted tiene antecedentes penales? –preguntó la jueza Clara Luna de Manzano.
-Y sí… por la tierra –contestó con gesto resignado Alcira Octaviana Godoy.
-Sí, por el campo –respondió a su turno su hermano José Luis.

El cuestionario marcó el comienzo de un nuevo juicio penal contra los hermanos Godoy, trabajadores rurales habitantes del paraje Represa de Morales -a 12 kilómetros de Villa de Soto, en el noroeste cordobés-, acusados de “impedimento de acto funcional y coacción”, por haberse opuesto a la apertura de un camino a través del campo cuya posesión heredaron de sus padres.

El procedimiento resistido era consecuencia de una sentencia de la Cámara Penal de Cruz del Eje, que en diciembre de 2004 condenó a José Luis a tres años y a Alcira a dos años y medio de prisión en suspenso por “coacción” y “usurpación” de la tierra que defienden desde 1969 en un interminable calvario tribunalicio que desnuda los obstáculos que padecen los sectores populares para acceder a la Justicia. En su caso, si resultan condenados en este juicio, el recorrido puede terminar en la cárcel.


Abogado, víctima y testigo

El querellante -entonces y ahora- es el antiguo abogado de los Godoy, Aristóbulo Gutiérrez, quien en esta primera audiencia ejerció la triple condición de supuesta víctima, abogado querellante que se representa a sí mismo y primer testigo en declarar.

-¿Tuvo alguna relación profesional con los imputados? –le inquirió la magistrada al comienzo de su exposición.
-Ninguna -dijo Gutiérrez, pero luego admitió haberlos representado a comienzos de los ‘80 en una disputa por el campo contra Víctor Manuel Gómez. “Ganamos algunos incidentes, pero se acercaba el desenlace de la cuestión de fondo. Entonces les dije a los Godoy que tenían que hacer un acuerdo como copropietarios y me dijeron que me había vendido”, relató el abogado.

Desde aquella discusión, mientras Gutiérrez pasaba a representar a Gómez, los Godoy iniciaban un peregrinaje por una decena de abogados, que redujeron a la mínima expresión su modesta economía. Semejante periplo ayuda a entender el festival de inhibiciones y recusaciones de funcionarios judiciales que ha tenido este caso que hoy vuelve a sentar en el banquillo de los acusados a una familia campesina.

Así, en 1988 Gómez y Gutiérrez les ganan a los Godoy un juicio civil por acción de despojo y el abogado cobra sus honorarios con 27 hectáreas de las 401 que están en litigio. Justamente en ellas están las dos valiosas canteras de granito “rojo príncipe” que Gutiérrez dijo haber bautizado como Peñón 1 y Peñón 2.

A ellas conducía el camino en que se plantaron los Godoy aquel 21 de abril de 2005. Comisionado por la Cámara Penal cruzdelejeña, el juez de Paz de Soto, Carlos Eguía, acompañado de un policía, el propio Gutiérrez, Gómez y otros dos allegados, decidió suspender el procedimiento porque “no estaban dadas las garantías” para concretarlo.

Así relató Gutiérrez el episodio: “A cien metros de la entrada, se aparecen los dos imputados con piedras en las manos. José Luis me recibió con un escupitazo en la cara y me insultó: ‘Hijo de puta, compraste al fiscal y al juez. Que vengan ellos a abrir el camino. Váyanse de acá, si no va a haber muerte. Te voy a matar a vos y a aquel que está en la camioneta’ (Gómez)”. Según su testimonio, el juez de Paz les informó que tenía una orden judicial y se las mostró, pero no alcanzó a leerla, porque los Godoy “arrojaban suave piedras chiquitas y después piedras más grandes, amenazaban e insultaban”. Entonces, “Eguía dispuso suspender por temor a que nos pasara algo”, continuó el testigo.

En ese momento, dirigiéndose a los abogados defensores, Ramiro Fresneda y Raúl Almeida -integrantes del equipo jurídico del Movimiento Campesino de Córdoba-, Gutiérrez deslizó: “Yo me tuve que contener a pesar de que podría haber repelido esa agresión. Ellos se hubieran contenido si supieran la historia de dónde vengo. Defendí los derechos humanos de los vivos y pertenecí a organizaciones más poderosas de las que están discutiendo ahora los derechos humanos. A pesar de que podría haber repelido la agresión, la tuve que soportar porque confío en la Justicia, soy abogado”.

La referencia sorprendió y generó murmullos entre el público, que no esperaba que el debate se politizara por esa vía. Pero Gutiérrez no se amilanó y luego explicitó que militaba en Guardia de Hierro (agrupación de la derecha peronista en los años 80) y que no temió a los Godoy porque anduvo “en todas”. “Tengo miedo de que un día me olvide que soy abogado y haga una macana en defensa propia”, abundó.

-Que conste en acta que no tuvo miedo –pidieron los defensores.

Ante diversas preguntas, el abogado admitió además que el policía que participó en el procedimiento estaba uniformado y armado y que dos de sus acompañantes llevaban machetes.

Acto seguido, el interrogatorio derivó al conflicto por la posesión:
-¿Cómo llega usted a la posesión y dominio absoluto del campo? –quiso saber la defensa.
-No es materia de este juicio.
-Sí es materia.
-Cuando condenan a Godoy (Amadeo Alvaro, padre de los imputados) por daños y perjuicios, firma un acuerdo y cede el campo.
-¿Godoy estaba casado?
-Sí.
-¿Su esposa firmó?
-La tierra nunca fue de ellos.
-¿Qué defendía usted, si era abogado de los Godoy?
-Ellos tenían una parte que no debe llegar a 60 hectáreas y de ahí quisieron ser dueños de todo, 401 hectáreas.
-Entonces, si eran copropietarios, ¿por qué hoy no tienen nada?
-Por el acuerdo…
-¿Firmó o no la cónyuge de Godoy?
-Qué se yo. Para mí, no hacía falta.
-¿Qué se yo?
-Si yo no fui abogado de ellos.
-Sí fue.

El contrapunto fue interrumpido por la jueza, que retomó la posta del cuestionario:
-¿A los Godoy les queda cantera?
-Sí.
-¿La han explotado?
-Creo que sí. No sé…
-¿Usted ha explotado la cantera?
-No, porque no se puede entrar –concluyó su testimonio Gutiérrez.


Juez de Paz (y discordias)

El segundo y último testigo de la audiencia fue Carlos Alberto Eguía, juez de Paz de Villa de Soto y Bañado de Soto desde 2001 hasta hoy, presentado por la Fiscalía. Eguía recordó que había recibido un oficio de la Justicia cruzdelejeña ordenándole despejar el camino a La Zanjita, por lo que se dirigió con un policía y el querellante al campo de Represa de Morales, en un auto “no oficial”, porque “no había vehículos policiales disponibles”, mientras en una camioneta iban los acompañantes de Gutiérrez.

“Comenzamos a abrir el camino y al llegar a un lugar determinado nos entrevistamos con el señor Godoy y creo que su hermana -relató el testigo-. Hubo un altercado entre Godoy y Gutiérrez, al que le recriminaban algo. Ante esa situación y al no tener un vehículo adecuado, consideré que no estaban dadas las garantías para continuar. Gutiérrez quería continuar, pero yo consideré que no había garantías y no quise poner en riesgo la integridad física de nadie”.

-¿Los Godoy llevaban algo en las manos?
-No recuerdo. Había hostilidad...
-¿Les arrojaron algo?
-No.
-¿Usted habló con Godoy?
-Sí, le expliqué que tenía la orden.
-¿Oyó un intercambio entre Godoy y Gutiérrez?
-Sí, se generó un altercado, como recriminándole cosas.
-¿Le dijeron que tenía que retirarse?
-A mí no. A Gutiérrez creo que sí.
-¿Le dijeron que le iba a pasar algo si continuaba y no se retiraba?
-No, para nada.

Ante estas respuestas, la fiscal Ahidé Gersicich y el querellante consideraron oportuno leerle el informe que el mismo Eguía había redactado luego del incidente: “A 150 metros de la entrada, nos obstaculizaron el paso el señor José Luis Godoy y la señora Alcira Godoy, quienes a los gritos nos insultaban (…) y con piedras en las manos nos intimidaban y manifestaban que si no nos retirábamos iba a haber muerte”.

“Puede ser. Si figura eso, es porque ha sido así. Inmediatamente hice el oficio. Si lo hice constar, es porque ha sido así”, aceptó el testigo.

No obstante, luego aseguró que los Godoy no son violentos, sino “personas honestas”. “Yo no los considero violentos. Pero en un hecho así, puede existir violencia. Cuando una persona defiende algo que cree que le pertenece, equivocadamente o no, puede llegar a cometer actos violentos”, explicó Eguía.

A continuación, el testigo refirió que en una segunda oportunidad concurrió al lugar acompañado de más policías y pudo despejar el camino “sin inconvenientes” y “hasta el final” .

Sobre el final de su exposición, la jueza Luna le preguntó:
-¿Cuál es la situación y condición económica de la familia Godoy, que vive en ese campo?
-Son personas humildes, de pocos recursos económicos

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