Compartimos un comentario de un vecino de La Cumbre

 La repetición anual de esta dependencia de los avatares meteorológicos no hace más que demostrar el estado de vulnerabilidad en que vivimos los vecinos de La Cumbre y que nada se ha hecho para solucionar el fondo del problema del agua potable, salvo los cosméticos y más efectistas que eficaces trabajos en el dique. Resultan inadmisibles las excusas acerca de la turbidez del agua, toda vez que ésta obedece a un deficiente tratamiento posterior a la captación y no a la aún insuficiente capacidad de nuestro reservorio. Sin compartir en absoluto un oportunista e injustificado "alivio" y menos aún un casi temerario optimismo, me parece atinado continuar con la emergencia hídrica, siempre que haya una actitud solidaria por parte de los que deben abstenerse de utilizar el valioso recurso para regar sus amplios parques y jardines, o despilfarrarla lavando sus 4X4, etc. y que exista un efectivo control de su cumplimiento por parte de la autoridad municipal.
Esta circunstancia me recuerda otros momentos difíciles, mucho peores que los actuales, con el dique seco por meses y sin agua en absoluto, pero donde Dios se manifestaba a través de un alma luminosa. Quiero expresar mi gratitud, que no me han hecho olvidar los años transcurridos, por quien tanto amor tuviera por nuestros recursos naturales y tanto trabajara generosamente por la solución de nuestros problemas, con tanta justicia recordado y semblanteado por el vecino y lector Edme Mariotte en su comentario sobre la noticia "Grandes incendios en nuestras Sierras Chicas" publicado el 3 de septiembre pasado y que me he permitido reproducir en otros medios gráficos, sitios y foros por Internet (citando su prestigiosa fuente, nuestro Canal 11 La Cumbre e incluyendo el link a la noticia y su comentario). Es una pequeña anécdota como contribución al conocimiento de la personalidad y la faceta más humana y solidaria de un gran hombre de bien, que tuve la fortuna de conocer: me refiero al  Señor Daniel Lucero. En esa época, vivíamos en la zona de El Pungo y estábamos en una real emergencia por la falta de agua potable ya que no todos los días el camión cisterna de la Municipalidad daba abasto a tanta demanda. Pero podíamos contar con el agua que por su cuenta "El Pelado" iba a buscar a una vertiente en San Esteban y nos traía en sus grandes bidones azules..¡¡¡gratuitamente!!!...
todos los días en su combi blanca, en la que también más de una vez lo vimos en los fríos días de invierno llevar y traer gratuitamente de la escuela a los niños carecientes del valle que no podían pagar un transporte escolar. Ellos lo comentaban con alegría. ¡¿Cómo no recordarlo con gratitud?! En donde se encuentre, va para él mi sentido homenaje y mi ruego a Dios para que lo proteja, porque sé que ya lo ha bendecido.

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