Declararon Ciudadano Ilustre a Gardella por ser precursor de turismo en La Cumbre

Un vuelo hacia el futuro...

El Concejo Deliberante consagró a Dante Gardella como ciudadano ilustre. Es un vecino de origen italiano que se dedica al comercio aéreo en La Cumbre desde hace varias décadas.

Francisco Capdevila que es miembro de la Junta de Historia local afirmo que:

Luis Dante Gardella, precursor del turismo cumbrense

El sol era un disco de fuego en aquel mediodía del 11 de enero de 1949, cuando el joven italiano bajó del auto de su tío en el antiguo camino nacional y se quedó absorto viendo el movimiento de aviones en medio de aquella pampa, tan diferente a su Chiavari natal, acunada por el Mar Mediterráneo.

El joven no se perdía detalle de todo el movimiento que se generaba en el aeródromo en un día muy especial para el casi adolescente Luis Dante Gardella, pues todavía con 17 años, no imaginaba que su destino se iba a unir indisolublemente a la actividad aérea en aquel lugar conocido como La Cumbre, en las Sierras de Córdoba, ayudado por su tío Don Luis Gasparini.


En el pueblo serrano el futuro había ingresado en las alas de un avión y en el corazón de este joven europeo, que por consejo de sus padres estaba en Argentina para escapar de una posible guerra que se vislumbraba entre Yugoslavia e Italia, todavía con los atroces recuerdos de las penurias que tuvieron que pasar durante la Segunda Guerra Mundial.

Recuerdos de juventud

“Mi única preocupación era aprender rápido el idioma para hablar y escribir bien” recuerda Gardella. Para ello trabajó como dependiente en el almacén de ramos generales que había sido de su tío Gasparini “durante tres o cuatro meses” señala y “otros seis meses viví en la ciudad de Córdoba, donde también me desempeñé en los Grandes Almacenes Evangelisti, lo que en la actualidad sería un hipermercado”, rememora con un dejo de nostalgia.


“Cuando vuelvo a La Cumbre, en octubre o noviembre le pedí a mi tío, que tenía la representación de ventas de la empresa aérea que me permitiera trabajar en el aeródromo para aprender el oficio de Despachante de Operaciones, así por algún tiempo estuve al lado del Despachante Rebufo, que me enseñó todo lo que hay que aprender en este oficio”, cuenta con satisfacción Gardella.


Por aquel entonces había cuatro vuelos diarios con Córdoba y dos con Buenos Aires. Aquellos primeros aviones transportaban siete pasajeros y al piloto.
En 1950 con las empresas Zonda, Aeroposta y Fama Internacional se forma Aerolíneas Argentinas, comenzando a operar desde La Cumbre – Córdoba – Buenos Aires, con aviones DC-3, el 13 de agosto en el Año del Libertador General San Martín.


“Al comienzo los vuelos eran todos los días luego se espaciaron a tres por semana” recuerda “por esos años Aerolíneas hizo tres obras importantes en el aeródromo: un canal de contención en la pista principal 12-32, el pañol de herramientas y repuestos y el depósito de combustible”.


Sus ojos brillan y una amplia sonrisa asoma en su rostro cuando trae a la memoria anécdotas como los habituales hundimientos del avión en las vizcacheras “cuando el DC-3 giraba para comenzar a carretear se producía en la cabecera de pista, la caída en algunos de los huecos, no había forma de erradicarlas de ese sector”. Un lento y rudo trabajo con tablones permitía que la aeronave despegara sin problemas.


Dante Gardella consigue su puesto como despachante de operaciones, luego de la muerte repentina de Rebufo, pero por su edad no lo autorizaban a firmar la planilla, visación que corría por cuenta del comandante del vuelo, además era tanta su pasión por esta actividad que durante seis años trabajó gratuitamente.

Un vuelo hacia el futuro


En 1954, Fuerza Aérea Argentina, a través de Regiones Aéreas Noroeste (RANO) habilita instalaciones de radio, meteorología y un radio faro doble, único en el norte de Córdoba.


“El Jefe del Aeródromo era Francisco Paolasso y lo secundaban Humberto Bertolino, Héctor Coutsiers y Oscar Beretta como operadores del control aéreo. Ramón Clavero, era personal de mantenimiento y el mecánico autorizado era Edmundo Bustos”, puntualiza sin olvidar detalles.


Su mirada se pierde a lo lejos cuando pone en la balanza los adelantos tecnológicos actuales y aquellos precarios medios de comunicación entre la oficina del centro y el aeródromo “teníamos dos equipos de transmisores, uno en cada lugar, que eran los que usaban los tanques de guerra. El ruido era insoportable, no nos dejaba trabajar, así que cada media hora lo prendíamos para pasarnos las novedades” acota sonriente “hasta que la empresa pagó el tendido de la línea telefónica, que salía desde Agua del Durazno. Recuerdo aquel número: 464”, responde con seguridad.


“La luz era provista por dos equipos electrógenos, y aunque no estaba habilitado para operaciones nocturnas, tres veces por semana debíamos prender los bochones de señalización en la pista; los transportamos desde el hangar en el viejo Pakard de Lépore. Cuando el avión, que venía del norte aterrizaba en el aeropuerto Córdoba, había que apagarlos y recogerlos nuevamente”.


Ya en el año 1956, en la oficina local de Aerolíneas Argentinas que funcionaba en los escritorios de Luis Gasparini, informaba que entre enero y abril, se habían efectuado 140 vuelos con Capital Federal. Destacando que el promedio de pasajeros transportados ascendió a 17 por viaje directo, más valorizado, si se tiene en cuenta la capacidad total de los aviones Douglas DC-3 con 21 asientos.


En el año 1957, de acuerdo al informe de Aerolíneas Argentinas durante el mes de enero arribaron 261 pasajeros y salieron 253, en 14 vuelos de ida y vuelta a Capital Federal. Por una huelga de personal 4 vuelos fueron suspendidos. El promedio de pasajeros transportados era de 18 por vuelo.


“Este detalle en número se mantuvo por un buen tiempo. Además al aeródromo arribaban aviones privados y la escuela de vuelo funcionaba a pleno, a veces con dos cursos simultáneos. Todos trabajaban, desde los taxistas a los hoteleros. No me equivoco al decir que era una época de esplendor de La Cumbre”.
Al comenzar los años 50, La Cumbre disponía de 1.400 plazas hoteleras, de acuerdo a la Guía de Turismo y Hoteles de Córdoba. En la actualidad las plazas se elevan a 1600 aproximadamente.

Termina un ciclo


Hasta 1961, los vuelos se realizaban durante la temporada estival, ya para 1962 Aerolíneas anunció que “conforme al plan de modernización de su flota, ha decidido no hacer aquellas escalas que le resulten improductivas, tal es el caso de La Cumbre, donde las estadísticas de la empresa demuestran que en los dos últimos años el tráfico con ese punto no compensa los gastos de empleados y equipos allí destinados”


A raíz de esta decisión la Asociación de Turismo y Fomento de La Cumbre, respondió de manera contundente tal apreciación señalando “en los dos últimos años la empresa ha reducido los servicios de temporada a solo tres vuelos semanales, en el penúltimo año con los veintiún asientos disponibles para La Cumbre y en la última temporada con sólo 11 asientos controlados por la agencia local, los restantes los controla Tucumán. Por consiguiente, la escasez que alega la empresa, en los dos últimos años, no ha sido falta de pasajeros, sino falta de servicios.”


Las autoridades locales elevaron, en julio de 1962, un extenso petitorio al Presidente interventor de la Dirección Provincial de Turismo y Transporte de Córdoba, Argentino B. Botti, haciéndole conocer que “la implementación de este servicio incrementó una corriente turística de importancia, decidiendo muchas familias la construcción de hermosas residencias en la región, inversiones que se hicieron teniendo en cuenta que durante las vacaciones escolares las familias disfrutarían de su estada en un clima favorecido por la naturaleza, mientras los jefes de familia ocupados en sus actividades disponían de un servicio aéreo para pasar los días libres al lado de los suyos.”


De acuerdo a esta documentación en años anteriores se ha contado con seis vuelos semanales y la mayoría de ellos con los veintiún asientos ocupados y en el resto con un 80% de pasajeros.


Luego de remodelar la estación aérea de La Cumbre los vuelos continuaron, durante la década del 60, en aviones AVRO 748.


“Todos estos problemas me tenían mal, yo estaba casado, con hijos, y en un momento pensé que me quedaba sin trabajo, pero por toda esa pasión que había puesto desde los inicios, los directivos de Aerolíneas un día me llamaron y me ofrecieron que me hiciera cargo de la oficina comercial, si no lo hacia se la llevaban de La Cumbre. Acepté y en 1970 se convirtió en un centro de reservas de una amplia región que comprendía todo Punilla, Cruz del Eje, Calamuchita, Sierras Chicas. Para mi era y es un orgullo”, sintetiza Gardella.

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