HOMENAJE A LA CUMBRE
PoesÃa de Maria Soledad Ranzuglia
IR A LEER MAS
La Cumbre
Mi pueblo está vivo...
de casas que fundan
las orillas del camino.
La hiedra no pide permiso,
se trepa por las tapias
olfateando la huella
del antiguo río.
En mi pueblo,
vive un silencio
como musgo de terciopelo
adormecido,
salpicado de ladridos,
estallido estrepitoso
de fuegos encendidos.
El invierno es tu habitante elegido,
chimeneas dibujantes
con blanco frío,
emiten señales serpenteantes,
inaugurando los sentidos.
Noche criolla,
fogón de molles y tonadas,
tambor de trotes que cabalgan
las vertientes desanimadas...
Lamento cansado,
que revive solo
con secretos de amor emborrachados.
Esencia latina,
verde ilustrado,
madrugada mestiza,
ecos de un inglés añejado.
Mi pueblo es cumbre
de sierras, de fortines.
Su mirada es tan extensa
que alcanza al mar más invisible...
Quinceañera irresistible
que nos cuentas lo que ves
entre guitarra y violines.
Rancho y mármol,
paja y habano
conviven hace años sin conversar...
Sólo los acentos se funden
en amaneceres difusos
de tanta igualdad,
ésa es la bruma que se ve llegar.
En mi pueblo
el cedrón se enamoró del té
y nació la peperina,
el inglés se enamoró de la noche
y dejó al mar.
Las carretas y los barcos
están hechas del mismo palo,
solo en el paso varía su andar...
El tren llegó a La Cumbre
y no pudo irse más...
Arriba nos quedamos
los que estamos,
hasta el día
en que decida continuar.
María Soledad Ranzuglia.
(Del libro “Todos Somos Creadores”)
1537 lecturas
-
no hay comentarios para esta noticia ...