El miércoles larga el Cineclub "Con los ojos abiertos"

EN EL CINE BERTI 20 de abril, 20.30hs La Cumbre

Largamos, y será a todo o nada. Las dos películas, la del maestro Peleshyan y la del gran Lee Chang-dong, son dos ostensibles obras maestras. Sobre Peleshyan, a quien conocí en febrero de este año, a propósito de su masterclass en Ficunam, en donde fui su interlocutor, ha sido considerado por el propio Godard como el mejor director vivo en actividad.

Ver sus películas resulta una experiencia, y cada plano suyo es como viajar cosmológicamente en imágenes de un mundo que está pero que no vemos. El cortometraje que abre la temporada, de tan sólo diez minutos, es un viaje a la vida animal. El modo en el que filma las criaturas sin habla del mundo es sencillamente un modo de dignificar las especies. No es ni Animal Planet, ni Disney; aquí los animales ni son piezas de museo, ni de zoológicos al aire libre, y mucho menos se trata de seres de lenguaje. Hay que ver Los habitantes para creer y constatar lo que puede hacer el cine. Por otra parte, Poetry (leer más abajo), el largometraje que le sigue, es una de esas películas que nos acompañan por mucho tiempo después de haberla visto. Es genial, emotiva, y un verdadero ejercicio de desacralización de la poesía, de la familia, del amor, del sexo, de la muerte, de la vejez. Película libre, película inolvidable. 

Largamos con todo, como suele decirse. Y prometemos una programación exquisita, diversa, necesaria y provocativa. 

Los esperamos.

RK

LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470

20 de abril, a las 20.30hs: Película de apertura

Poesía, de Lee Chang-dong, Corea del sur, 2010

139’ / +16

Cortometraje: Los habitantes (10’), de Artavazd Peleshyan, Rusia, 1970.

La quinta película de Lee Chang-dong excede el significado unívoco de su título. No se trata solamente de un film sobre poesía o incluso de un film poético, sino de una meditación precisa y filosófica sobre cómo el lenguaje define la identidad humana. A los 66 años, Mija, debe lidiar con el inicio de su Alzheimer. Las primeras palabras que afecta el olvido no son gratuitas y sugieren, incluso, una perspectiva política. Mientras su hija vive en Seúl, su nieto permanece bajo su custodia. Habrá un hecho desgraciado, anunciado desde el inicio a través de un plano perfecto, que tal vez involucre a su nieto. La situación financiera de Mija no es la ideal, y es por eso que cada tanto trabaja como ayudante de un discapacitado de su edad, lo que no le impide asistir a un taller literario orientado a la poesía. En algún momento, su profesor dirá: “Para escribir poesía hay que ver bien”, una indicación válida también para hacer (y ver) cine. Y es precisamente aquí donde la lección de Lee es magistral. En Poesía no se leerán poemas de Whitman o Basho, y la didáctica explícita para componer un poema flirtea con lo humorístico (y ridículo). Es que aquí lo poético no se dice sino se muestra; surge literalmente de los planos del film, planos que devienen en versos. Es lógico que Lee renuncie a la música, pues interrumpiría la métrica sonora de sus imágenes. El sonido de un río, la mirada de un fantasma y una poesía en su nombre bastan para justificar una temporada de cineclub. (Roger Koza)

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