El gurú que odia a las mujeres
Es el misterioso lÃder de un grupo religioso
Degrada a las mujeres, aunque tendrÃa 17 hijos con distintas discÃpulas.Vive de incógnito en Córdoba hace más de 10 años. Instaló su refugio en la montaña, a más de mil metros de altura, donde construyó un hotel y su propio teatro para esperar el final de los tiempos acompañado por 100 de sus guerreros barbudos y pelilargos. Cree que todas las mujeres son siniestras y las convence de que les otorgará iluminación espiritual a través del sexo, método que lo ha transformado en el probable padre de unos 17 hijos, con diferentes discÃpulas.
Nunca se presenta con su nombre verdadero, esquiva las fotografías y las apariciones públicas. Habita una casa de tres plantas en Villa Carlos Paz, a pocos metros del lago San Roque. Se hace llamar maestro Mehir, es un gurú de 53 años y sus seguidores –que pagan para permanecer a su lado– están convencidos de que es la reencarnación de Cristo.
Tierra de leyenda. Cualquier caminante del centro de Villa Carlos Paz puede verlos. Son hombres jóvenes, vestidos completamente de negro, barbudos y con el cabello largo. Pasan las tardes sentados en bares, conectados a una notebook . Son los “guerreros” del maestro Mehir, que están estudiando las lecciones del gurú y arreglando operaciones comerciales por Internet, para sostenerse económicamente ellos y el grupo.
La gran mayoría de los discípulos es de Capital Federal. Los contactaron en la Escuela de Conocimiento Yen, que funcionó hasta hace dos años en el 5.295 de la avenida Corrientes, (Villa Crespo). Las mujeres aprendían danzas árabes; ellos, artes marciales.
Llegaron a Córdoba por primera vez siendo veinteañeros, invitados a participar de cursos con nombres extraordinarios. El tono de los llamados era irresistible: “Descubra el punto en el que pasado, presente y futuro se funden. Anímese a explorar el misterio, descubra la leyenda, viaje más allá de todo lo conocido, anímese a una aventura legendaria en Tierra de Leyenda. Le proponemos vivir un fin de semana diferente, un magnífico hotel en las montañas más antiguas del planeta, un río sagrado que ha conservado su pureza a lo largo del tiempo, un descanso para el cuerpo y el alma. Exquisita gastronomía basada en los principios de la nutrición, y un espectáculo de arte objetivo en el Teatro Mágico, con más de 50 artistas en escena. Anímese a explorar el misterio. Anímese a una aventura legendaria”.
Cuando bajaban en la terminal de ómnibus de Carlos Paz, los esperaba una combi que una hora después, luego de pasar por Tanti y Alto El Durazno, abrir dos tranqueras y recorrer a los tumbos un camino de tierra, los depositaba en un solitario lugar junto al río Yuspe: la Escuela Sil-Lim. Allí, en ese paisaje de piedra, Mehir construyó un hotel con habitaciones temáticas (hindú, árabe, etcétera) y un amplio teatro con vestuarios y habitaciones, llamado Mágico, nombre que tomó de la novela El lobo estepario , de Hermann Hesse.
Los invitados pasaban tres días en el lugar y, al final de los cursos, sus vidas ya no eran las mismas: sentían la gloria de haber encontrado un mesías, un ser de luz, que los ayudaría a librarse de la existencia aburrida e incompleta que llevaban, y los despertaría a una nueva dimensión espiritual.
Un discreto mesías. Muy pocos conocen que el verdadero nombre del maestro Mehir es Mario Darío Indij. Nació el 10 de mayo de 1958, tiene 53 años, es barbudo, pelilargo y viste de negro. A sus discípulos, les cuenta que, cuando tenía 3 años, un monje chino tocó la puerta de su casa y le dijo a su madre que se lo llevaría para formarlo. El monje “le hizo recordar lo que ya sabía”, a los 5 años tenía un grupo de amigos a los que entrenaba y a los 14 contaba con una docena de adeptos.
Menos místicos, algunos seguidores cuentan que era profesor de karate en el Club Platense, de Buenos Aires, donde conoció a la hija de un dirigente, la que luego se convertiría en su actual esposa.
A Mehir no le gustan las notas ni las fotos. Un fotógrafo de este diario lo encontró de casualidad el martes pasado, leyendo concentrado en la barra de un bar céntrico de Carlos Paz. Pero antes y después no fue posible conseguir siquiera que rechazara el pedido de entrevista: no estaba en su campo, ni en su casa cerca del lago, ni en su parrilla Lucero del Alba, ubicada junto a la ruta 38. De los teléfonos aparecidos en las páginas web de su grupo, luego de inútiles pedidos de entrevista, sólo llamó ayer una mujer, que no se quiso identificar, amenazando con realizar un juicio contra este diario si se atrevía a publicar “cualquier tipo de nota” sobre ellos.
Esta reserva es la que habría permitido a Mehir, durante más de una década y según los testimonios, haber tenido a su merced a numerosos jóvenes que llegaron buscando una aventura espiritual pero acabaron enredados en un infierno. Este diario habló con 11 personas, de diferentes provincias y ciudades, que relataron los padecimientos que se viven en lo que, no tienen duda, es una secta con características destructivas. El máximo especialista argentino en el tema, Alfredo Silletta, la ubica dentro de los grupos esotéricos llamados del Cuarto Camino, seguidores del ruso Ivanovitch Gurdjieff.
A Mehir no sólo le gusta comer y beber muy bien, sino que también mantiene una muy activa vida sexual. Gracias a su posición de líder espiritual, elevado al nivel de un Jesús o un Buda por sus adeptos, mantiene relaciones con cualquier mujer que desee del grupo. Según el conteo que hicieron los ex discípulos que hablaron con La Voz del Interior , varios de los cuales estuvieron muchos años en el grupo, Mehir sería el padre de 17 hijos, que van de los 4 a los 27 años, de los cuales tres tuvo con su esposa.
Ex discípulas que fueron convencidas por Mehir para que se acostaran frecuentemente con él como una forma de crecimiento espiritual, contaron que el gurú jamás utiliza preservativos, por lo cual los embarazos son cosa cotidiana. Además, muchas de las mujeres, y luego sus parejas masculinas, terminaron contagiadas con el virus del papiloma humano (VPH) –una enfermedad en general sin consecuencias graves– que dicen les transmitió Mehir. “Una mujer que hace de médica dentro del grupo nos decía que nuestros dolores se debían a cuestiones psicológicas, pero cuando escapé y fui a la ginecóloga, me confirmó que se debían a los quistes creados por el VPH”. Otra de las ex adeptas está segura de que la enfermedad se la contagió su maestro, porque recién estaba teniendo sus primeras relaciones.
Guerreros y brujas. Es llamativa esa expansión física de Mehir con sus seguidoras si se considera que el libro central del grupo –escrito por él, según cuenta a sus adeptos– se titula Brujas . La obra podría definirse como un gigantesco tratado de misoginia, una enciclopedia del odio hacia las mujeres.
Es un libro extenso e increíble, en el que Mehir dice que todas las mujeres, sin excepción, así sean niñas de 4 años o premios Nobel, nacen y mueren brujas. Entiéndase esto como que son seres totalmente despreciables, preocupados sólo por “extraer” el semen de los hombres y conseguir un sostén económico, a costa de, después, arruinarles la vida. Las brujas tienen malos olores, hablan de manera vulgar, carecen de inteligencia, son origen de todas las formas de perversión, consumistas, con tendencias lésbicas y vampirizan todo lo que tocan.
Aunque dicho así resulte inverosímil, esa creencia se hace carne entre los miembros del grupo. Los hombres desconfían de sus parejas porque, ya lo dice el maestro, mienten siempre y quieren perjudicarlos.
Las mujeres saben que tienen un único camino para dejar de ser brujas: entregarse al maestro, que las ayudará a elevarse espiritualmente y aproximarse, aunque nunca con suficiente éxito, al máximo estado al que pueden aspirar: sacerdotisas.
Los ex discípulos del maestro Mehir relatan con tristeza lo que vivieron en la secta. Algunos de ellos se están recuperando gracias a la ayuda de especialistas de la Red de Apoyo de Víctimas de Sectas, de Puerto Rico. Otros contactaron al abogado rosarino Héctor Navarro y tienen previsto presentar una denuncia penal contra Mehir, por varios presuntos delitos.
Algunos padres que tuvieron o tienen hijos en el grupo hicieron hincapié en otro costado de Mehir: “Está haciendo una fortuna gracias a los discípulos”, afirmó el padre de un muchacho que abandonó el grupo.
A principios de este año, cobraba 1.800 pesos por mes a cada uno, para permanecer junto a él. Algunos, dueños de empresas, pagan tres mil y hasta cinco mil pesos mensuales.
Además, Mehir cobra multas de miles de pesos a los seguidores cuando cometen pequeñas desobediencias. Responderle mal, contradecirlo o, por ejemplo, mirar fijamente cuando él toca a algunas de las mujeres durante una cena, puede significar una multa de dos mil pesos, a pagar antes de la medianoche. Si no pagan, deben decir adiós al grupo, al maestro y a toda posibilidad de convertirse –ellos– en guerreros o de abandonar –ellas– la condena imperdonable de ser “brujas”.
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Creo que a ese tipo que no merece que lo llamen señor, ni ser humano lo debe haber parido una salamandra, y sigue siendo "una" genero femenino, y éste tiene sólo ollÃn dentro y fuera de su cuerpo.-