Metallica llega el domingo a Córdoba

Marcha a los hordas pesados

Metallica demolió los fantasmas de su faltazo de 2003 con un electrizante show brindado anoche en River Plate ante más de 50 mil fans, que aullaron y gritaron de emoción. Mientras la gente coreaba esa canción de la película, los cuatro jinetes del Apocalipsis arrancaron con la canción Creeping Death del disco Ride the Lightning del año 84.

 pesar de estar casado con una santafesina de nombre Francesca, Hetfield habla muy poco castellano y el bajista Rob Trujillo, que es descendiente de mejicanos, apenas si dice "buenas noches". Pero anoche el idioma fue la música, una tremenda tormenta eléctrica que conforman las guitarras de Hetfield y de Kirk Hammett, aposentada sobre la base demoledora de Trujillo y del baterista Lars Ulrich, el otro líder del grupo.

El rito se inicio a las 21.15 cuando se emitió un video del western spaghetti en Lo bueno, lo malo y lo feo con imágenes de Clint Eastwood y en especial esa escena de Elli Wallach en la que se pierde en un cementerio, mientras suenan unos delirantes acordes clásicos.

Mientras la gente coreaba esa canción de la película, los cuatro jinetes del Apocalipsis emergieron y arrancaron con la canción Creeping Death del disco Ride the Lightning del año 84.

Los fans sacudían sus brazos como si fueran mazas machacando cabezas, mientras el riff se hacía cada vez más envolvente y demoledor.

La misma energía se apoderó de todo River con la segunda canción For whom the bell tolls del mismo álbum, y ese feedback entre la gente y la banda llevó a Hetfield a golpearse el pecho en señal de satisfacción.

En temporada de movimientos sísmicos, uno ocurrió en River, cuando Metallica arrancó con los acordes de Wherever I may roam del notable álbum negro de 1991. Y es en estos puntos en que se comprueba que Metallica es una estructura aceitada integrada por músicos talentosos como Trujillo, que tal como dijeron sus compañeros en la conferencia de prensa por la tarde, toca con "20 dedos".

Así fueron pasando Harvester of sorrow del disco And justice for all de 1988 y la polémica Fade to black, en la que Hetfield toco una acústica ubicado sobre la tarima que se encontraba detrás de la batería.
El grupo tocó That Was Just Your Life y The End Of The Line, ambos de Death Magnetic, su último disco, hasta que la pesadísima Sad but true del Album Negro, volvió a poner en marcha a los hordas metálicas que poblaban River.

La larga One, un clásico del grupo sorprendió a extraños, porque los fans cantaron cada línea como si el inglés fuera su idioma cotidiano. Lo mismo sucedió con los increíbles cambios que tiene esa pieza fundamental del heavy moderno que es Master of Puppets, que confirma que en el rock duro pueden hacerse canciones con difíciles entramados rítmicos.

Agencia Télam

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