Paralelo 58 en La Estación de Arte de La Cumbre
Del 4 al 23 de abril
El concepto de paisaje urbano plantea desde el comienzo una paradoja: la cuidad como universo ordenador, interrumpe el paisaje y desafía a la naturaleza, materia prima de la pintura paisajística. La ciudad concebida como un conjunto múltiple y sin desorden como la definió Borges
está en las antípodas de lo natural. Sin embargo, en este caso la urbe se encuentra corroída e infiltrada por la naturaleza que emerge entre el cemento o el hierro o acosa lo real desde la luz cenital y deja una huella en la superficie de la materia. El paisaje en última instancia, nunca es natural, siempre está medido por la cultura. Pintar paisajes imaginarios es la verdadera tarea de Paralelo 58, paisajes elaborados lejos de un ánimo mimético, más bien como punto de partida de una producción fronteriza que explora la zona donde la ciudad se entrevera con el campo y el río, y donde la oposición se disuelve bajo la luz, montada sobre el devenir y el alejamiento del punto de partida. No se trata de representar el Paralelo 58 ya que ningún paisaje persigue tan solo reflejar el horizonte. Se trata, más bien, de pintar otra cosa, de perseguir con la imagen una línea cambiante y en fuga y hacer de ese paisaje un intérprete de su época.
Álvaro Fernández Bravo
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