Se inician etapas gloriosas y trascendentes en nuestras vidas?

Claudio Maria Dominguez y su carta de Navidad

Llegan las fiestas y la pregunta clave es  ¿estos días se limitan a meros encuentros sociales con mayor o menor grado de afecto, entusiasmo o hipocresía?

¿Estas fiestas nos generan añoranza, nostalgia, más adormecimiento o una reflexión profunda del estado de nuestro paso por el planeta?

Estas celebraciones forzadas por la sociedad, ¿son para nosotros un estímulo comercial burdo con mayor escapismo de lo que somos, llevando nuestra atención al mundo exterior

rior, deseando contactos irreales, gratificaciones cortitas, juicios mentales, opiniones absurdas o instantes brutalmente sinceros y claros sobre períodos que se cierran, y automáticamente inician etapas gloriosas y trascendentes de nuestra vida?

¿Brindamos, reímos, bailamos, creemos que soportamos y perdonamos al otro, y cesa la rutina con el único efecto de resacas físicas y mentales y con emociones cada vez más turbulentas? ¿o le cerramos los párpados al mandato social, a los dogmas impuestos, a las comilonas nocivas, a los alcoholes emocionales que sacan lo peor de uno porque tapan rápidamente la expresión de nuestra alma?

Una Navidad más, un nuevo final y comienzo de año, la chance de alguna vacación física... ¿para qué todo esto? ¿para que la mente se piense a sí misma, para que el pensamiento se auto-investigue, se incline ante el intelecto, logre un discernimiento y podamos alejarnos cada día más rápida y firmemente de la ignorancia y entrar en el auto-conocimiento?

Escribo esto y veo desde la ventana pasar grupos de chiquilines completamente borrachos, gritando, lanzando piedras y botellas, en un estado que desafía todo el significado de lo deplorable. ¿Es  de ellos la responsabilidad por perderse a sí mismos de esta forma cruel? Es obvio que ellos ni siquiera lo saben, y en su submundo de letargo mental no conciben otra situación más que esa. El mundo está haciendo estragos en ellos.

Se podrá decir que esto sucede desde siempre, o quizás cada vez más con este avance ilimitado de tecnología y de información de los medios que sólo conduce a más y más brutalidad, a la venta externa del cuerpo y a la necesidad de responder a la imagen que el mundo parece exigirles para aceptarlos como parte de él ¿Qué están haciendo sus padres? Seguramente lo mismo. En lugar de tirar las botellas en las calles las tiran dentro de sus casas golpeándose unos a otros con rencor, resentimiento, ira, venganza. ¿O es que eso cesa en la navidad? ¿Durante algunas horas, al otro día retoma su cauce la misma vida mediocre, chata, indiferente pendiente del nuevo estímulo mundano de turno, de lo que tenga que ofrecer la televisión del día, del nuevo concurso y del reality show del verano?

Mientras no haya un punto de detención sobre esto, en tanto algún miembro de la familia no decida reflexionar, parar la pelota, observar el campo de juego, analizar una nueva estrategia de comunicación sincera, genuina, espiritual, compasiva, amorosa, los desmanes internos y externos van a seguir, y crecer, y destruir a aquellos que vibran en esas sintonías.

¿Qué estamos haciendo de nuestras vidas? ¿Qué relaciones estamos viviendo en familia?

En estas fiestas, el amor que sentimos por el otro, ¿es proporcional a las toneladas de comida que engullimos y lo litros de alcohol que tomamos? Y más aun, el amor que somos ¿se está expresando no sólo a los miembros de las familia si no al resto de la humanidad?

La gente va a misa, pero ¿saca al Cristo de adentro?

La gente reza , se confiesa, pero ¿modifica la historia de su vida?

Amigos divinos, gracias por su tiempito y su energía, y por tener la tolerancia de seguir estos pensamientos que les brindamos con verdadero amor y empatía.

Gracias por existir

Todo es uno. Todo es amor. Todo es Dios.

Felices fiestas, feliz año, feliz vida, feliz todo.

Claudio

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