En cineclub; Klimt, de Raúl Ruiz, Francia, 2006
Este miércoles 8 en Sala Berti La Cumbre
Antes de la pelÃcula principal se proyectará en el HORARIO ESPECIA (19.20) el mediometraje La hipótesis del cuadro robado, de Raoul Ruiz, Francia, 1979.
Raoul Ruiz, acaso uno de los grandes maestros desconocidos del cine contemporáneo nació en Chile y trabaja hace décadas en Francia, confirma con este biopic onÃrico y alegórico sobre Gustav Klimt su inacabable creatividad. Difuso aunque preciso Klimt es en sà una pintura en movimiento sobre algunos episodios personales y sociales que han atravesado la obra de un pintor único, orgullo de los austriacos. No se trata de mostrar la psicologÃa del artista y su historia, sino más bien recolectar como en un sueño qué fuerzas simbólicas determinaron una obra.
En efecto, el Klimt de Malokovich, cuyo parecido fÃsico no deja de sorprender, está en una clÃnica a punto de morir de sÃfilis. Es 1918. En su desvarÃo quizás recuerda: la exposición mundial, la secesión vienesa, sus encuentros con Méliès, sus amigos filósofos y crÃticos, además de todas las mujeres que amo e inspiró su obra, en especial Lea De Castro.
Pero lo que es fascinante es el intento de Ruiz en asimilar la obra del pintor, siendo la forma el modo de reproducir la identidad de un artista. AsÃ, el color dorado prevalece, y a menudo las imágenes se doblan como en un cuadro del vienés. Aunque ello no impide que la impronta de Ruiz esté presente: planos secuencias extensos y circulares, un trabajo sutil sobre el sonido, y una elección narrativa cuyo modelo pertenece a la lógica de los sueños.
Roger Koza
En efecto, el Klimt de Malokovich, cuyo parecido fÃsico no deja de sorprender, está en una clÃnica a punto de morir de sÃfilis. Es 1918. En su desvarÃo quizás recuerda: la exposición mundial, la secesión vienesa, sus encuentros con Méliès, sus amigos filósofos y crÃticos, además de todas las mujeres que amo e inspiró su obra, en especial Lea De Castro.
Pero lo que es fascinante es el intento de Ruiz en asimilar la obra del pintor, siendo la forma el modo de reproducir la identidad de un artista. AsÃ, el color dorado prevalece, y a menudo las imágenes se doblan como en un cuadro del vienés. Aunque ello no impide que la impronta de Ruiz esté presente: planos secuencias extensos y circulares, un trabajo sutil sobre el sonido, y una elección narrativa cuyo modelo pertenece a la lógica de los sueños.
Roger Koza
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