La Iglesia calcula que tiene la mitad de los curas que necesita
Los sacerdotes se convirtieron en un bien escaso en el país, donde la Iglesia Católica dice tener menos de la mitad de los que necesita para la atención pastoral de 8.800 parroquias y capillas en más de 60 diócesis.
Es una crisis que se agrava con el escaso ingreso a los seminarios, cuya curva decrece a un promedio del cinco por ciento anual desde 1996, como consecuencia -admiten desde el Episcopado- de los casos de abusos sexuales que involucran a curas y las críticas al celibato sacerdotal, entre otros factores.
"La escasez de sacerdotes es crónica", aseguró el presidente de la Comisión Episcopal de Ministerios, monseñor Carlos Franzini (Rafaela).
Otras fuentes religiosas consideraron, sin embargo, que las denuncias contra el padre Julio Grassi por abuso deshonesto y el escándalo por la renuncia del obispo Juan Carlos Maccarone, filmado mientras mantenía una relación íntima con un joven, golpearon la credibilidad institucional de la Iglesia.
El mayor déficit de sacerdotes, según estadísticas eclesiásticas, se da en el conurbano bonaerense, donde el crecimiento demográfico -un 10 por ciento por década- es "muy superior" a la ordenación presbiteral, que ni alcanza un cinco por ciento en igual período. Un fenómeno similar se da en zonas rurales provinciales, donde algunos templos pasan semanas sin un cura para celebrar misa, con el consiguiente peligro de perder fieles en manos de otros credos, sobre todo evangélicos, con presencia efectiva en esas regiones.
"Hay lugares donde se celebra misa una vez por mes", reconoció monseñor Franzini.
En diócesis del conurbano, con un 80 por ciento de bautizados aunque con escasa asistencia a la misa, hay actualmente un sacerdote cada 14 mil personas, cuando una relación lógica, según una evaluación eclesiástica, sería de uno cada seis mil habitantes. El responsable de la Comisión Episcopal de Ministerios estimó incluso que en diócesis con extenso territorio -como Río Gallegos- la relación debería ser un sacerdote cada tres mil habitantes.
Estos guarismos determinan que un sacerdote atienda dos y hasta tres parroquias a la vez, algunas muy populosas, cuando el ideal es atender sólo una.
Según la Guía Eclesiástica Argentina, la diócesis bonaerense de Lomas de Zamora tiene un total de 131 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos, para atender a 1,9 millón de habitantes. Mientras que Gregorio de Laferrere tiene 53 para prestar servicios religiosos a 750 mil habitantes, Merlo-Moreno cuenta con 72 para atender a un millón de fieles.
Mejor es la relación en la arquidiócesis de Buenos Aires, que tiene 779 para la asistencia espiritual de unos tres millones de habitantes, es decir, un sacerdote cada cuatro mil personas.
Las diócesis de Río Gallegos y Avellaneda-Lanús tienen una relación de uno cada nueve mil habitantes, aunque la jurisdicción santacruceña posee un territorio pastoral de 265 mil kilómetros cuadrados y la bonaerense de apenas 98 kilómetros cuadrados.
A estos desfasajes se suma que el ingreso promedio a la treintena de seminarios, tanto del clero diocesano como religioso, no llega a los 1.600 aspirantes por año, con una deserción del orden del 35 por ciento. Además, hay un 19 por ciento que deja los hábitos una vez ordenados, sobre todo para contraer matrimonio.
Buenos Aires se ubica en el primer lugar de preferencia de los aspirantes al sacerdocio, con un centenar anual de inscriptos. Paraná y Tucumán están en la línea de los 60 estudiantes; San Rafael y San Nicolás tienen una veintena de postulantes, y después hay diócesis como Chascomús, Viedma o Bariloche con apenas media docena de ingresantes.
La Voz del Interior
"La escasez de sacerdotes es crónica", aseguró el presidente de la Comisión Episcopal de Ministerios, monseñor Carlos Franzini (Rafaela).
Otras fuentes religiosas consideraron, sin embargo, que las denuncias contra el padre Julio Grassi por abuso deshonesto y el escándalo por la renuncia del obispo Juan Carlos Maccarone, filmado mientras mantenía una relación íntima con un joven, golpearon la credibilidad institucional de la Iglesia.
El mayor déficit de sacerdotes, según estadísticas eclesiásticas, se da en el conurbano bonaerense, donde el crecimiento demográfico -un 10 por ciento por década- es "muy superior" a la ordenación presbiteral, que ni alcanza un cinco por ciento en igual período. Un fenómeno similar se da en zonas rurales provinciales, donde algunos templos pasan semanas sin un cura para celebrar misa, con el consiguiente peligro de perder fieles en manos de otros credos, sobre todo evangélicos, con presencia efectiva en esas regiones.
"Hay lugares donde se celebra misa una vez por mes", reconoció monseñor Franzini.
En diócesis del conurbano, con un 80 por ciento de bautizados aunque con escasa asistencia a la misa, hay actualmente un sacerdote cada 14 mil personas, cuando una relación lógica, según una evaluación eclesiástica, sería de uno cada seis mil habitantes. El responsable de la Comisión Episcopal de Ministerios estimó incluso que en diócesis con extenso territorio -como Río Gallegos- la relación debería ser un sacerdote cada tres mil habitantes.
Estos guarismos determinan que un sacerdote atienda dos y hasta tres parroquias a la vez, algunas muy populosas, cuando el ideal es atender sólo una.
Según la Guía Eclesiástica Argentina, la diócesis bonaerense de Lomas de Zamora tiene un total de 131 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos, para atender a 1,9 millón de habitantes. Mientras que Gregorio de Laferrere tiene 53 para prestar servicios religiosos a 750 mil habitantes, Merlo-Moreno cuenta con 72 para atender a un millón de fieles.
Mejor es la relación en la arquidiócesis de Buenos Aires, que tiene 779 para la asistencia espiritual de unos tres millones de habitantes, es decir, un sacerdote cada cuatro mil personas.
Las diócesis de Río Gallegos y Avellaneda-Lanús tienen una relación de uno cada nueve mil habitantes, aunque la jurisdicción santacruceña posee un territorio pastoral de 265 mil kilómetros cuadrados y la bonaerense de apenas 98 kilómetros cuadrados.
A estos desfasajes se suma que el ingreso promedio a la treintena de seminarios, tanto del clero diocesano como religioso, no llega a los 1.600 aspirantes por año, con una deserción del orden del 35 por ciento. Además, hay un 19 por ciento que deja los hábitos una vez ordenados, sobre todo para contraer matrimonio.
Buenos Aires se ubica en el primer lugar de preferencia de los aspirantes al sacerdocio, con un centenar anual de inscriptos. Paraná y Tucumán están en la línea de los 60 estudiantes; San Rafael y San Nicolás tienen una veintena de postulantes, y después hay diócesis como Chascomús, Viedma o Bariloche con apenas media docena de ingresantes.
La Voz del Interior
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