NUEVOS ANUNCIOS DE MARIA SOLEDAD RANZUGLIA

INSTANTE DE POESIA DEL MIERCOLES 17 DE NOV

Instante de Poesía de la poeta María Soledad Ranzuglia
La libertad es el regalo de un Instante para cualquiera de nosotros. La libertad comienza cuando nos animamos a soltar del tiempo, el límite impuesto por un olvido, espejos acostumbrados a resaltar el paso de las...(LEER MAS Y VER VIDEO)

horas sin pertenencia. Habitar un instante es un ejercicio prodigioso que
nos revela inmensos donde estemos, en la mesa de casa, en las veredas,
o un paraje asombroso con una brújula apostada en una Paz que logra
conmovernos sin advertencias. Regresar de donde nunca partimos y
permanecer, es verdaderamente la oportunidad de sentirnos amados por la
Vida, de saciar la sed que nos señala como una vertiente al soltar de su
garganta, el manantial de luces, de verdores anhelados, pues no hay
mayor certeza que anclar en el movimiento capaz de extender tanta
pureza.
 
Anuncio de un Instante
Les recordamos a todos los habitantes del Valle de Punilla que estamos
compartiendo un mismo instrumento musical: El Paisaje; la llanura al oeste
del sol entre montañas, nos ofrece un tendal de horas blancas donde
descansar el pensamiento y salpicarlo con el agua mansa del lago, agua
que fluye de los arroyos, bondad de las vertientes que nos orientan en una
dirección antigua… la transparencia llega desde lo profundo de la tierra y
se derrama como una música galopando alturas preciosas, aún secretas.
Se ofrece liberar el tiempo caminando la paja brava del Instante mecido por
el viento silbador. Se sugiere abrir nuestra presencia con la ternura del ave
posado sobre la rama del amanecer, madurando el día con tu esplendor.
Toma solo un Instante.
 
Me acuerdo cuando mi vida
andaba por carriles
y por horario.
Cada día subirse al tren
y atravesar las horas
en sus perímetros ajustados.
Parecía tan veloz
pero solo por el ruido
de los hierros argumentando
algún futuro, alguna luz
como un estrépito imaginado.
Una siesta me distraje
al mirar las flores en el campo,
el tren bajó su marcha
y corté la cinta de una hora
al abrirme paso.
Caminé hacia las flores,
el sol, dulce caramelo,
nos rodeaba en un lenguaje adorado;
y sentí quedarme para siempre
esperando ver partir
el tren hacia otro lado.
No fue así.
Lo vi detenido frente a mí
un largo tiempo,
vacío y callado,
hasta una tarde en que supe
quién guiaba aquel destino
al tocar sus llaves en mis manos.
Me acerqué con la piedad
del vagabundo, ya libre,
no necesitado,
y descubrí en el aire
su perfil inmóvil,
apenas transparentando.
Desapareció en el sol
y la verde hierba
borró su rastro,
 
y devolví las llaves
a un poema,
a un tiempo donde las horas
se miden con la Luz…
Único lenguaje adorado.
 
María Soledad Ranzuglia
Resplandores

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